Se la conoce por su festival de música y por su catedral, Patrimonio de la Humanidad según la UNESCO. Pero la ciudad danesa de Roskilde, la décima mayor del país escandinavo, posee una vertiente innovadora a la hora de confeccionar sus propios paisajes. Así surge la planta de reciclaje que comentamos en este artículo: como una catedral con derecho propio.

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De la incineración de los residuos procedentes de nueve municipios limítrofes con Roskilde, esta planta genera calor y electricidad a la ciudad. Diseñada por el arquitecto Erick van Egeraat, el edificio es un contrapunto moderno a la catedral románico-gótica de Roskilde.

La planta con una icónica fachada de metal ambarina, con perforaciones azarosas en tamaño, se encuentra iluminada desde el interior, lo cual ayuda a crear un punto de referencia luminoso capaz de iluminar toda la noche.

La fachada exterior está soportada por una subestructura de acero galvanizado que contribuye a crear una barrera climática.