Con frecuencia, la arquitectura orientada a vivienda social en las periferia de las grandes ciudades vuelca sus esfuerzos en ciertos espacios colectivos a los que la acelerada vida contemporánea relega a un uso muy escaso (portales y escaleras), mientras que el lugar a través del cual se sale y entra a diario (el garaje) sigue siendo un espacio residual, oscuro, lleno de humos, y de nula calidad ambiental, espacial y arquitectónica. En el caso del proyecto que aquí se presenta, los términos se han invertido. El garaje comunitario participa como el que más del verdadero corazón de la manzana: el gran espacio libre central ajardinado. Para ello se deprime la cota de dicho espacio hasta hacerla coincidir con la del estacionamiento de vehículos y se comunica visualmente a través de la rampa de acceso con el espacio libre contiguo a la manzana, con lo que su escala aumenta de forma sustancial. De esta forma, todos los días, la salida y entrada de los vecinos se produce a través de un espacio verde, luminoso, ventilado, de miradas cruzadas y lleno de matices: el verdadero portal y vestíbulo contemporáneo de todos sus moradores.

La propia esencia de la normativa urbanística de la zona, pensada para desarrollos unifamiliares adosados entre medianeras, carece de mecanismos que hagan atractiva la resolución de una manzana completa de nueva planta y un solo promotor, con fachadas que se acercan a los 100 m. de longitud, con ausencia casi absoluta de retranqueos y con grandes limitaciones a los vuelos, que deben servir para evitar la monotonía que provocaría la traslación inmediata de las ordenanzas al sólido capaz propuesto en la ficha del planeamiento. La propia esencia de una manzana exenta con fachadas a las cuatro orientaciones solares y la presencia de una parcela vecina destinada a sistema de espacios libres, invita a reflexionar sobre las orientaciones y los accesos de las viviendas. La resolución de estos dos aspectos acaba convirtiéndose en la estrategia principal del proyecto.

Con estos mimbres se ha propuesto en el presente proyecto que todas las viviendas posean acceso desde el sur a través de la zona de día (salón y cocina) que, obviamente, poseerán esa favorable orientación, dejando la zona de noche (dos dormitorios) en orientación norte en todos los casos. Los accesos se producirán, bien desde calle o desde la galería de circulación (o ambas cosas, galería dando a calle, como ocurre en planta alta). Dichas galerías se convierten en el elemento volumétrico característico del proyecto, resuelto mediante el empleo de perfiles tubulares verticales de acero galvanizado que recorren las tres plantas del edificio hacia el patio central. Este elemento de cierre de las galerías condensa en una sola unidad las protecciones solares (alternado su posición hacia el este y el oeste), la protección anticaída, y el siempre difícil mantenimiento posterior de la obra pública, convirtiéndose en el elemento constructivo diferenciador de la manzana. Las alturas de antepechos y de huecos, así como los desniveles con el interior de las viviendas, van a proporcionar la suficiente privacidad a los moradores frente al tránsito de la galería, que por otro lado y gracias a la disposición de los núcleos de comunicación, quedan reducidas a recorridos de 4 viviendas como máximo.

La introducción de un patio interior cada dos viviendas en los tipos más frecuentes que ocupan la zona central del conjunto, facilita el tendido de ropa a salvo de miradas y proporciona un pequeño desahogo exterior en los tipos de planta baja, mejorando mucho el control térmico ya que permite disponer al salón y la cocina de huecos en orientaciones distintas a la Sur que facilitan iluminaciones y ventilaciones cruzadas.

La decisión de deprimir hasta la cota del garaje el espacio libre interior de manzana, evita una posible concentración de vecinos que condicionaría el deseable silencio en las viviendas de planta baja e impide una hipotética apropiación del mismo con ampliaciones de viviendas no controladas.